20 greguerías de Ramón Gómez de la Serna
Ramón Gómez de la Serna,
o simplemente Ramón, como se le conoció en toda Europa y Latinoamérica durante
las décadas del 20 y del 30, fue un periodista y escritor vanguardista, nacido
en Madrid en 1888 y adscrito a la generación de 1914. Fundó en 1915 la tertulia
literaria del Café Pombo que duraría hasta el año 1936 y en la que participaron
personajes como José Bergamín, Edgar Neville o José Gutiérrez Solana.
A partir del comienzo de la Guerra Civil vivió un exilio voluntario en Buenos
Aires, experimentando un fuerte viraje hacia posiciones más conservadoras y
católicas, llegando incluso a tener enfrentamientos con autores como Juan
Ramón Jiménez, tildándolo de blasfemo por escribir «dios» con d minúscula
en sus poemas. Cuando llegó a Madrid en 1947, se revivieron estas tertulias durante
los días de su visita, aunque la chispa de antaño había desaparecido quedando
sepultada por el gris que caracterizó la vida cultural de los años de la
posguerra.
Autor de una obra literaria
extensísima que abarca desde la biografía (destacando sus famosos «retratos» de
personajes como Oscar Wilde, Goya, El Greco o Velázquez, llegando incluso a
escribir una sobre sí mismo: Automoribundia), hasta la novela (La
viuda blanca y negra, El gran hotel, Cinelandia,
novela sobre Hollywood, una ciudad que nunca visitó, pero que demuestra el amor
del autor por el cine, siendo de hecho la primera persona que presentó una
película sonora, El cantor de Jazz, en nuestro país o La
Quinta de Palmyra), pasando por el ensayo (donde destaca la introducción de
las vanguardias europeas en España con su libro Ismos o la
renovación del costumbrismo y su devoción por el madrileñismo castizo reflejado
en obras como El Rastro, donde realiza una reconstrucción
histórica, social, arquitectónica y sentimental del mercadillo de la capital) o
el teatro (muy innovador y cercano a la estética surrealista, cuyo mejor
exponente es Los medios seres). Pero si hay un artefacto literario
que vertebre su obra sin lugar a dudas, son las greguerías. Creado por el
propio autor, este género se basaba en una pirueta conceptual y lingüística en
la que se combinaba el humor y la metáfora. Si algo caracterizó la vida de
Ramón fue la ruptura contra las convenciones establecidas, prueba de ello es
que no dejara de escribir greguerías hasta el día de su muerte, a pesar de que
los pocos diarios con los que al final de su vida colaboraba, siendo este su
único sustento, se lo exigieran.
Ejemplos:
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Las palabras son el esqueleto de
las cosas por eso duran más que ellas.
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Capitalista: gimnasta de muchos
teléfonos.
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Los pulpos son los guantes del
mar
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Pingüino es una palabra atacada
por las moscas
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Escribir es que le dejen a uno
llorar y reír a solas.
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La ametralladora escribe los
puntos suspensivos de la muerte.
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Las olas esculpen en las rocas
cadáveres de gigantes
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En los hilos del telégrafo
quedan, cuando llueve,
unas lágrimas que ponen tristes los telegramas.
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Abrir un paraguas es como
disparar contra la lluvia.
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Las hojas secas parecen papeletas
de una rifa de pájaros
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La leche es el agua vestida de
novia.
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Si te conoces demasiado a ti
mismo, dejarás de saludarte.
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Nuestra verdadera y única
propiedad son los huesos.
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La lluvia es triste porque nos
recuerda cuando fuimos peces.
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El murciélago es el espíritu
santo del demonio.
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El espantapájaros semeja un espía
fusilado.
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Las sandalias son los bozales de
los pies.
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La pistola es el grifo de la
muerte.
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La leche es sueño batido.
***
Entre los carriles de las vías
del tren crecen flores suicidas.
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